viernes, 17 de abril de 2015

¿"derechos humanos" para todos?

¿Derechos humanos para todos?
SARA SEFCHOVICH
SARA SEFCHOVICH

Aunque usted no lo crea, pero 138 de los detenidos en una cárcel de alta seguridad, le han mandado una carta a la Comisión Nacional de Derechos Humanos para quejarse por el trato que reciben y las condiciones en las que viven en la prisión, que les parecen “indignas e inhumanas”. Se quejan de hacinamiento, suciedad, mala alimentación, confinamiento excesivo.
Parece broma pero no lo es. Esos “hombres que torturaron, desmembraron y decapitaron a inocentes”, como dice el autor de la nota que informa sobre el hecho, el corresponsal en México del diario El País, Jan Martínez Ahrens se olvidan de dos cosas: de lo que ellos les hicieron a otros y de que están en ese lugar para ser castigados.
Sí, parece broma pero no lo es. Esos hombres que quebrantaron la ley y corrompieron a funcionarios, policías y jóvenes, sin dar oportunidad de decir no porque la elección era entre plata o plomo, ahora se quejan de que hay corrupción e ilegalidad en el penal.
Y por si las anteriores incongruencias no bastaran, se quejan además de que a los familiares que los visitan, los tratan sin el menor “sentido de la ética profesional y menos el humano”, ellos que asesinaron hasta al bebé de la familia, a los que inocentemente jugaban en un casino, y a cualquiera que se atravesó en su camino y que trataron a todos sin consideración alguna. Que lo digan si no los migrantes centroamericanos y las muchachas bonitas.
Pues sí, eso estamos viendo hoy, aunque usted no lo crea, aunque parezca una broma.
Estamos viendo a delincuentes violentísimos que piden respeto a sus derechos humanos, cumplimiento de la legalidad, ellos a quienes les importó muy poco respetar los derechos de nadie y cuidar la legalidad. Y los escuchamos hablar, vaya cinismo, de ética y humanismo, de respeto a la dignidad de las personas.
Y no sólo eso: le están pidiendo que los defienda precisamente a la institución que con tanto esfuerzo de los ciudadanos, esos cuyas vidas han destruido y aterrorizado sin piedad, se logró que existiera, una institución del Estado mexicano al que ellos combaten. Es demasiado cinismo.
La cuestión es jurídica pero ante todo filosófica: ¿De verdad deben existir todos los derechos para todos? Suena bonito, pero ¿Debe respetarse a quien no respetó a los demás? ¿Debe darse a esos victimarios los mismos derechos y el mismo trato que tenemos los ciudadanos decentes?
La pregunta se ha planteado ya: en los juicios de Núremberg contra los nazis, en los que se hicieron contra los asesinos de la ex Yugoslavia, del ERI y la ETA, contra los militares latinoamericanos como Pinochet o Ríos Mont. ¿Por qué en México esto ni siquiera se debate?
Cuando en los años noventa entrevisté a autoridades y defensores de los derechos humanos para ver cómo se veía a la Comisión que empezaba a existir, uno de aquellos me dijo: “Los delincuentes cuentan con la protección de los organismos de derechos humanos” y se quejó de que “se defendía a los delincuentes más que a las víctimas”. Hoy eso parece ser verdad y mientras miles de familias lloran a sus muertos y nunca saldrán del infierno del dolor, estos señores se permiten exigir derechos y comodidades.
Es un hecho que han sabido usar las leyes y las instituciones a su favor, sea para hablar de debido proceso o para solicitar la defensa de sus derechos humanos, algo que no pueden hacer por cierto, quienes no tienen dinero, como los indígenas presos, los inocentes que llevan años sin juicio y por supuesto, las víctimas.
Es hora de debatir seriamente sobre esto; hora de tomar decisiones que aunque suenen políticamente incorrectas, sean las correctas; hora de aceptar que no todos tienen derecho a que se respeten sus derechos y que los que tienen que ser castigados deben saber que parte del castigo consiste, precisamente, en no pasarla bien, ni tener comodidades.
Escritora e investigadora en la UNAM.
sarasef@prodigy.net.mx   www.sarasefchovich.com
Fuente:eluniversalmas.com.mx





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