VISIÓN JUDÍA LIBERAL E INDEPENDIENTE
DE LOS DERECHOS HUMANOS
Por Rab. Dr. Richard Gamboa Ben-Eleazar
Al ser el Pueblo Judío una nació que vivió por siglos la amargura de la
esclavitud, y que todoslos años recordamos en torno al Leíl haSéder (la
Cena Pascual), el pensamiento judío liberal le apuesta a la defensa consagrada,
comprometida e irrenunciable de los Derechos Humanos.
Debido a que el ser humano es b’tzélem Ehohím (imagen y
semejanza de Dios, cf. Génesis 1,27-28) y la Ley Judía prohíbe destruir la vida
humana (Éxodo 20,13); ese simple hecho determina la sacralidad, no sólo de la
vida humana, sino también de su dignidad. Tan radical es la situación que
Rambám señala en la Mishné Torá que el aborto humano debería ser severamente
castigado
(Sefer Nezikím, Hiljót Nizkei Mammón, Cap 9, Halajá 4).
La Mishná es enfática en afirmar: “quien destruye una vida, es como
si destruyera un mundo entero” (Sanedrín 4:5). Para el pensamiento judío
liberal e independiente, esta advertencia talmúdica no sólo implica la
gravedad de cegarle la vida a un ser humano, sino que además implica
cualquier clase de agresión que destruya “en vida” a una persona o
atente contra su integridad y dignidad.
Perseguir, difamar, excluir y discriminar a una persona equivale a matarla.
Cometer cualquier clase de injusticias contra un ser humano equivale a asesinarle.
Por tanto, tod@ judí@ está en la grave obligación de defender los Derechos
Humanos, sin distinción alguna (Bava Kama, Mishná 2:6).
Los Derechos Humanos no implican solamente el de la sacralidad de la
vida humana, sino que abarca toda una serie de derechos que han sido magistralmente
sintetizados en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, y que han sido aceptados como norma base en todos los países
miembros de la Organización de las Naciones Unidas.
Es preocupante ver cómo algunos grupos y líderes religiosos persisten
en desconocer, satanizar y descalificar con arrogancia y prepotencia esta proclamación
universal. Para el pensamiento judío liberal e independiente, queda claro que
detrás de ese lobby anti-Derechos Humanos o detrás de la apología del delito
(que pretende legitimar, en nombre de las libertades de conciencia y de libre
expresión, cualquier acto o pronunciamiento discriminatorio), se esconden
oscuros intereses que reclaman las viejas glorias imperialistas y de barbarie
medieval, si no un fuerte sentimiento de necrofilia (por no llamarlo “trastorno
mental”, ya que se tiene que estar bastante mal de la cabeza como para
alegrarse en la muerte y la ruina de las personas), o en forma sutil intereses
de poder, y es un campanazo de alerta para advertir a los gobiernos del mundo y
a la sociedad en general, para no dejar perder el terreno que se ha ganado
desde hace unas décadas a favor del bienestar de la Humanidad entera.
Defensa de las Libertades Religiosas, de Conciencia y de Culto
El pensamiento judío liberal e independiente le da mucha importancia a
la libertad religiosa como fundamento para la defensa de todas las demás libertades
humanas. Está demostrado que en países donde este derecho fundamental es
prohibido, restringido o instrumentalizado a favor de una o algunas
instituciones religiosas en perjuicio de todas las demás expresiones religiosas
y de espiritualidad, todos los demás Derechos Humanos son sistemáticamente
atropellados, ignorados o despreciados.
Si bien en el Israel bíblico no se permitía la libertad religiosa,
hemos entendido ahora que las diferencias de credos religiosos no minimizan ni anulan
la dignidad humana ante Dios.
Así lo señala el Hacedor del Universo por boca del profeta Malaquías
cuando dice: “Desde donde sale el sol hasta el ocaso, todas las naciones me
respetan y en todo el mundo se ofrece a mi Nombre tanto el humo del
incienso como una ofrenda pura. Porque mi Nombre es grande en medio de
las naciones, dice el Eterno de los ejércitos” (Malaquías 1,11).
Lo que el texto bíblico está señalando es que Israel no es la única
nación del mundo de la cual Dios Bendito escucha plegarias (lo que equivale a
decir: Dios no es solamente el Dios de Israel), sino que por el contrario, que
en todos los países del mundo se elevan plegarias, ofrendas y alabanzas a Dios.
Por eso la expresión “gadól Sh’mí bagoyím” (grande es Mi Nombre entre
las naciones”, que también podría traducirse como “grande es Mi Nombre entre los
gentiles”) demuestra que el Dios de la Vida es un Dios que acoge con amor a
toda la Humanidad, sin distinción alguna de credo, raza o nacionalidad, y
escucha las plegarias de todas las religiones del mundo, sin excepción alguna.
Esta explicación ratifica el por qué los judíos no hacemos
proselitismo. Insistimos en que las personas no tienen por qué abandonar su
credo para abrazar el Judaísmo, y desde el pensamiento judío liberal e
independiente, no vemos necesaria una conversión al “Noajismo” (que por los
resultados que hemos podido constatar a través de las redes sociales, blog y
foros en la Internet, en realidad termina siendo un trampolín para una
conversión formal al Judaísmo o para vivir un Teísmo con pensamiento y
costumbres judías, cosa que desaprobamos porque no es necesario tampoco que los
no-judíos abandonen sus ancestrales tradiciones culturales y filosofías afines
a la ética y la moral universal, como si fuesen nocivas para todo aquel que
crea en el Dios Único, el Dios de la Vida).
En segundo lugar, no existe bíblicamente razón alguna para que los
judíos lleguemos a considerarnos “la única religión verdadera”, porque el texto
bíblico nos está mostrando otra cosa completamente diferente. Dios Bendito no
tiene nada que ver con las diferencias de fórmulas doctrinales y rituales, que
los mismos seres humanos nos hemos construido conforme nuestras diversidades
culturales, lingüísticas e históricas, y que tristemente en muchos casos esas
fórmulas doctrinales terminan usándose para agredir los sentimientos religiosos
de otras personas.
Cuando terminé mis estudios de postgrado en la República de Corea, en
julio de 2009, tuve la oportunidad de participar junto con líderes de más de 20
tradiciones religiosas en un análisis comparativo de nuestros textos sagrados.
Descubrimos que los libros sagrados de todas las religiones del mundo enseñan
exactamente lo mismo en un 73% (aquí las diferencias son más lingüísticas y de
contexto cultural, pero el mensaje es exactamente igual), mientras que el 27%
restante correspondía a las particularidades de identidad propias de cada
religión.
Yo opino que esto demuestra el cumplimiento de aquello que Dios dijo
por boca del profeta Jeremías: “natetí et-Toratí b’kirbám veal libám
ejtabenáh (Daré mi Torá en vuestra mente, y en vuestro corazón la
escribiré; Jeremías 31,33). Todo ser humano tiene una Torá escrita en su alma y
todas las religiones del mundo están unidas en ese 73% común que enseña esa
Torá interna que todo ser humano posee.
Aquí hallamos además la respuesta al por qué los judíos rechazamos enérgicamente
el proselitismo religioso agresivo, en el cual se realizan campañas y
abordamientos indebidos (y muchas veces imprudentes) a las personas, con el
objetivo de que ellas abandonen sus creencias religiosas y abracen la religión
que se les está predicando.
El pensamiento judío liberal e independiente comulga con el pensamiento
del Dalai Lama en cuanto a que lo más sano para las relaciones fraternas entre
las religiones es que cada quien permanezca en la religión en la cual nació,
pero al mismo tiempo defiende, al igual que la declaración Dignitatis
Humanae del Concilio Vaticano II, el derecho de las personas a abrazar las
creencias religiosas de su libre elección y a ordenar su vida en torno a esas
creencias, siempre y cuando esta conversión religiosa se haga como resultado de
un proceso serio de investigación, diálogo, intercambio de información y reflexión
personal.
Por estas razones el pensamiento judío liberal e independiente le
apuesta sin duda alguna por la defensa de las libertades religiosas, de
conciencia y de culto, y a la dignidad que poseen todas las religiones del
mundo.
No Todo se Vale en la Libertad Religiosa!
Para el pensamiento judío liberal e independiente, las libertades no
son absolutas, en especial las libertades religiosas, de conciencia y de culto;
éstas llegan hasta donde comienzan los derechos de las demás personas a gozar
de las mismas libertades. Mis derechos terminan donde comienzan los derechos de
los demás.
Una de las ideas que está circulando hoy día, como se mencionó anteriormente,
es la apología del delito pregonada, paradójicamente, por algunos líderes
religiosos, especialmente aquellos que ostentan una cierta cuota de poder
político, económico o social.
Esta ideología se activa en países donde está vigente alguna Ley Antidiscriminación,
cuando alguien ha manifestado pronunciamientos o acciones de discriminación,
bien sea étnica, religiosa, social, ideológica, por género o preferencia sexual,
y se le ha demandado o acusado públicamente por su delito. La respuesta del que
ha cometido el delito es que ha actuado en virtud de las libertades de
conciencia y de libre expresión, y considera que no ha cometido delito alguno
cuando la ley claramente lo tipifica como tal.
Fue lo que ocurrió en febrero de 2013 cuando el Procurador General de
la Nación de Colombia, ampliamente reconocido por su ideología fascista, su reiterada
conducta y pronunciamientos discriminatorios contra la Comunidad LGBTI y las
minorías religiosas, pidió a la Corte Constitucional de ese país declarar
inconstitucional la Ley Antidiscriminación 1482 de 2011 (ley que ha sido
llamada por todos los sectores radicales, tanto de izquierda como de derecha,
“la Ley Mordaza”), al considerar que la norma violaba las libertades constitucionales
de conciencia y de libre expresión.
Al día siguiente de radicada la petición, el Manhíg de Shéguel presentó
una carta de protesta ante el máximo tribunal colombiano explicando las razones
por las cuales la petición del alto funcionario público era una clara apología del
delito y exponiendo las consecuencias sociales y de seguridad que acarrearía
declarar inexequible la Ley Antidiscriminación. Esta acción le valió el
hostigamiento de sectores radicales de derecha tanto políticos como religiosos,
especialmente del Cristianismo Evangélico y de la Ortodoxia Judía, quienes
manifestaron que el contenido de la carta del Manhíg de Shéguel era “perverso”.
Por fortuna la Corte Constitucional dejó en firme la norma a través de
la Sentencia C-282 de 2013.
Recientemente un líder religioso se valió de las redes sociales para
polarizar políticamente a la sociedad colombiana y decirles por qué no votar
por un candidato en especial, y para ello se valió del señalamiento a los
líderes espirituales indígenas, a quienes llamó “brujos” y refiriéndose a sus ancestrales
rituales sagrados como “ritos diabólicos”. Se envió al líder religioso en
cuestión una carta haciéndole una exhortación fraterna llamándole al orden y advirtiéndole
que estaba cometiendo el delito de discriminación religiosa. El implicado se
defendió invocando las libertades de expresión y de conciencia para ratificar
su posición, a la cual también se adhirieron otros líderes religiosos
fundamentalistas, quienes respondieron hostilmente a la carta emitida por el
consejo interreligioso colombiano.
Para el pensamiento judío liberal e independiente, el fin no justifica
los medios. No se puede conseguir un bien a través de un mal. Tampoco es éticamente
correcto reclamar derechos para unos cuantos privilegiados y excluir a todos
los demás; por el contrario, a la hora de reclamar derechos y libertades, éstos
deben beneficiar a todos y cada uno de los ciudadanos, sin distinción alguna.
Basta con que una sola persona quede en situación de desventaja ante un derecho
fundamental para demostrar que la norma es en sí misma discriminatoria,
traicionando así el principio universal de privilegiar el bien común por sobre
el bien particular (ya que lo que ocurre en muchos países de América Latina es
lo contrario: se privilegia a través de las leyes el interés individual y se
deja sin cobertura al interés colectivo).
No es éticamente correcto usar la religión como instrumento de
conflicto, es decir, usar el púlpito y la autoridad religiosa o espiritual para
discriminar, segregar, excluir, difamar, calumniar, injuriar o amenazar; aún es
mucho peor permitir que se disponga de la religión misma para hacer
proselitismo político, tanto propositivo (coaccionar a los feligreses para que
voten por un candidato en especial) como agresivo (descalificar, mediante la
autoridad religiosa, a un candidato político con el fin de beneficiar a otro).
Pueda ser que en América Latina esta conducta sea legal, pero es inmoral desde
todo punto de vista porque pone al hecho religioso como un instrumento
temporalmente útil para los intereses de los poderosos, quienes desecharán
luego a la religión una vez hayan conquistado el poder, o utilizarán la
religión como herramienta de control y opresión social… exactamente lo que
ocurrió en la Edad Media.
Si bien hace parte de la dimensión profética de todo líder religioso en
América Latina denunciar valientemente las injusticias y los crímenes de los gobernantes
cuando éstos no cumplen a cabalidad con sus deberes constitucionales y
jurídicos, esa voz no debe dejarse comprar o chantajear en tiempos de campañas
políticas de elecciones de dignatarios a los poderes ejecutivo y legislativo;
demasiado interés de los políticos en las religiones en tiempos de campaña
electoral, siempre será sospechoso.
Erradicando Expresiones Discriminatorias del Lenguaje Judío
Israel Rocha, en su libro Judaísmo Progresista o Liberal, cita
al rabino británico John Rayner en los siguientes términos:
Para el judaísmo ortodoxo es una blasfemia
afirmar que el texto bíblico no es la palabra exacta de Dios. Para el judaísmo
liberal es igualmente blasfemo atribuir a un Dios bueno y compasivo palabras
violentas, expresiones de un carácter humano vengativo.
Al optar por la defensa activa y radical de los Derechos Humanos, el pensamiento
judío liberal e independiente desafía al resto de la judeidad mundial a no
atribuirle a Dios actitudes y expresiones negativas propias del ser humano; y
si queremos ser mucho más desafiantes, se propone que seamos sincer@s y le
digamos la verdad al mundo, y que erradiquemos del léxico
judío la palabra “goy” para referirse a los no-judíos.
Para los poco entendidos en gramática hebrea, palabra hebrea goy (en
plural goyím) se utiliza en la Torá más de 500 veces con el fin
de referirse a las naciones ajenas a Israel. Su traducción más común es
"nación", "pueblo". La traducción griega utilizada en la
Septuaginta para referirse a los no-judíos fue la palabra étnos, que
significa lo mismo.
Pero lo que no le explican a las personas, lo que muchos no quieren que
ni siquiera los mismos judíos sepan, es que la palabra hebrea goy tiene
en el léxico extra-bíblico una connotación despreciativa, racista, xenofóbica.
He seguido muy de cerca las redes sociales, los blogs y foros judíos en
Internet, y ninguna autoridad rabínica ha tenido el coraje necesario para admitir
públicamente y con la suficiente humildad que el vocablo goy viene también
de la raíz hebrea gevág, que significa "soberbia,
arrogancia", pues el imaginario colectivo de la época bíblica consideraba
que todos los no-judíos eran pueblos rebeldes, soberbios y malvados por no
rezar como Am Israel ni creer en lo mismo que los judíos de la época.
Goy, por tanto, era y aún sigue siendo usado
en muchos círculos judíos (sobre todo en movimientos xenófobos como Tag
Mehir y sectores simpatizantes de su causa que llenan los foros, blogs y
redes sociales con insultos, maldiciones, descalificativos y amenazas) para
señalar de "idólatras" y “paganos” a los no-judíos, y por tanto
señalar a sus tradiciones religiosas como brujerías y demoniacas. Yo mismo
puedo constatarlo por los testimonios de algunos estudiantes de Torá, en los
que me han expresado en persona, por ejemplo, cómo se refieren a los
cristianos, a quienes no dudan en llamarlos de frente y con arrogancia
“idólatras”.
En el dialecto ídish la expresión goishe empezó a usarse
aún más despreciativamente, de tal manera que hoy día goy viene a
significar un grave insulto: perro. Por tanto, cuando un judío llama a
un no-judío goy, le está llamando literalmente “animal”, “no-humano” (y
no pocos extremistas enfatizan y subrayan la traducción a la lengua vernácula
del vocablo goy) negando de entrada su dignidad integral como b’ztélem
Elohim (imagen y semejanza de Dios).
Esta conducta debería ser explícita y sistemáticamente condenada y
censurada valientemente por todos los rabinos de todas las corrientes de
observancia, ya que lo que es preocupante no es la conducta hostil de, quienes
haciendo alarde de ser judíos, insultan y maldicen a todo el que no reza ni
cree lo mismo que ellos, sino el silencio impune y a veces la aprobación de
algunos rabinos a esta conducta condenable a la luz de la misma Ley Judía.
Lo que estoy diciendo no es fantasía, somos demasiado contados los
judíos que le decimos al mundo la verdad, de frente y aunque duela, aunque ello
signifique que se nos declare objetivos militares por nuestros propios correligionarios
y se nos señale públicamente de “falsos judíos”, como una cortina de humo
psicológica para minimizar o anular el debate planteado.
Después de todo, quien se queda sin argumentos suele recurrir a la
violencia para compensar su frustración.
Haré la siguiente pregunta a mis correligionari@s: si todo esto es
falso, si la palabra goy no es tan ofensiva como muchos suelen explicar,
entonces por qué razón un judío se ofende con extrema furia cuando otro judío
le llama goy, como una forma de reclamarle su
supuesta falta de lealtad a la Torá?
Si el término no es realmente un insulto, sencillamente no debería existir
ninguna justificación para enojarse!
Debido a que la palabra goy está, hoy por hoy, demasiado viciada
por las razones que he expuesto, es imposible seguirla usando para referirnos a
los no-judíos, y que por el contrario, esta palabra agrava aún más la xenofobia
y el racismo presente en los círculos extremistas del judaísmo. En este asunto
no hay puntos medios: sencillamente la palabra goy debe desaparecer del lenguaje
judío.
Hoy día no está permitido tratar mal, ni de palabra ni de obra, a
ningún ser humano; está prohibido discriminarlo por diferencias de raza, de
nacionalidad, de clase social o de religión. Todos los seres humanos somos una
sola y única familia creada por el Padre Celestial (Malaquías 2,10).
Que jamás se vuelva a escucharse de labios de un judío tan aberrante
insulto contra alguien que no pertenece a Am Israel!
La Comunidad LGBTI
Una de las características del Movimiento Judío Liberal e
Independiente, es el no-rechazo a la Comunidad LGBTI.
Los sectores radicales de las religiones monoteístas nos critican este
aspecto, ya que al hacer una lectura literal de Levítico 18,22 y 20,13
consideran las relaciones sexuales entre personas del mismo género como
anti-naturales, aberrantes y monstruosas, tratando en igual manera a los gays,
las lesbianas, l@s bisexuales, transgeneristas e intersexuales (la condición
biológica de l@s intersexuales, al tener los dos órganos reproductores en su
cuerpo, es una situación que tampoco es comprensible para los sectores
radicales y conservadores de las religiones monoteístas).
Las fuentes bíblicas nada dicen acerca de la prohibición de relaciones
sexo-afectivas entre mujeres, pero curiosamente las de varones sí son
prohibidas. Sólo a partir de la Toseftá encontramos que se condena el
lesbianismo (Sifrei Vayikrá 9:3).
Si vamos a referirnos a qué es natural y qué es anti-natural, el
pensamiento judío liberal e independiente expone que la biología moderna ha
clasificado más de 500 especies animales que tienen conductas homosexuales, comenzando
por el pingüino emperador.
Para el judaísmo liberal e independiente no existe ninguna interrelación
“apocalíptica” entre el comportamiento humano y el animal como ciertos
predicadores han señalado.
Lo segundo a exponer es la vivencia de la homosexualidad en muchas culturas,
civilizaciones y naciones del mundo, siempre ha estado públicamente presente a
pesar de los esfuerzos del puritanismo medievalista por erradicar cualquier
información al respecto.
Lo tercero es exponer los descubrimientos de la psicología clínica, que
demuestran que la preferencia sexo-afectiva hacia una pareja del mismo género
en ningún momento constituye una enfermedad como muchos sectores religiosos han
insistido.
Ahora bien, a nivel de Judaísmo en general, el movimiento conservador
en los Estados Unidos, desde el año 2006, ha cambiado su posición homofóbica, tanto
que en algunos círculos se ha dejado a criterio de la sinagoga o del rabino el
casamiento de parejas homosexuales. Hacia el 2010 en Israel, algunos rabinos
ortodoxos se tornaron más tolerantes al tema. Dana Olmert, hija del ex –
Premier de Israel Ehud Olmert, es una lesbiana activista en defensa de los
derechos de la Comunidad LGBT en Israel.
La enciclopedia virtual Wikipedia cita la respuesta del rabino ortodoxo
Yosef Shalom Eliashiv, quien falleció en Israel en el año 2012 y cuyas
enseñanzas se recopilan en el Divrei Agadáh. Ante la consulta de un
joven religioso en relación a sus preferencias sexuales, el rabino le contestó:
"Mi querido amigo, tienes doble el poder del amor. Úsalo con cuidado".
Félix Esteves, en su blog “Mínimos y Máximos”, cita con magistral
amplitud la posición judía moderna frente al homosexualismo y cómo ciertos
rabinos ortodoxos han establecido ciertos “puntos medios” de conducta. Así por ejemplo,
se cita el caso del rabino Shmuel Boteach, Presidente de L'Chaim Society de la
Universidad de Oxford, quien ha desarrollado una interpretación más humana de
la Parashá Kedoshím y otros pasajes de la Torá referentes a la prohibición de
relaciones homosexuales. Para Boteach, los actos homosexuales están equivocados
simplemente porque la Torá dice que están equivocados, y no porque sean una
aberración o una “enfermedad”, como muchos moralistas occidentales han querido
presentarlo.
La sexualidad como un todo es instintivo, y así las cosas tanto la
heterosexualidad como la homosexualidad son naturales.
Esteves agrega lo siguiente:
La Torá está en contra de los actos homosexuales, no las personas homosexuales.
El Judaísmo y Dios aman a todas las personas. Boteach nos recuerda que la Torá
también llama a comer comida no kosher, es decir comida 'to'evah', comida
abominable. 'To'evah'… no representa un rechazo social.
Otras opiniones rabínicas, en ese sentido, han manifestado que la Torá
prohíbe explícitamente la unión sexual-genital entre dos personas del mismo
sexo, pero que en ninguna parte de la Torá está prohibido que se enamoren. Para
ello se ha recurrido a analizar algunos casos bíblicos, tales como Yehonatán Ben-Shaúl
(el hijo del primer rey de Israel), de quien el Tanáj dice textualmente y dos
veces seguidas en el mismos capítulo: “be’ahavató otó kenafshó” (lo
amó – a David – como a su propia alma; 1ª. Samuel 18,1 y 3).
En el primer pasúk (versículo) leemos: “v’néfesh Yehonatán
niksheráh benéfesh David” (y el alma de Yehonatán quedó ligada al alma de
David). Para algunos exégetas el texto bíblico es bastante explícito en
afirmar que aquí hubo una relación sexo-afectiva entre estos dos
personajes, ya que el verbo kesher (ligar) está generalmente
contextualizado a las uniones de pareja con fines matrimoniales. Pero
otros simplemente dicen que el enamoramiento no necesariamente implica
una relación sexo-genital y por tanto kesher no puede ser entendido
fuera de un contexto de conexión espiritual, de una profunda y sana amistad.
Ahora bien, sabemos perfectamente que la Comunidad LGBTI sufre en América
Latina terribles y abiertas persecuciones, muchas de ellas lideradas por
sectores puritanos socio-religiosos en alianza con grupos fascistas políticos y
en casos extremos con neo-nazis, y ello ha generado que buen número de LGBTIs
se hayan radicalizado en respuesta al fundamentalismo conservador y esté
presionando en nuestros países, con la ayuda de los imperios informativos, para
que se ratifiquen sus derechos políticos y sociales.
Pero los LGBTI radicales han querido ir mucho más allá y algunos
voceros han replicado en América Latina las palabras de la activista
ruso-americana Masha Gessen: “el verdadero objetivo del lobby gay es la
destrucción de la institución matrimonial”,
pero el francés Jean Pierre Delaume Myard, portavoz de Manif Pour Tous, dijo a La
Nuova Bussola Quotidiana que la meta final ni siquiera es acabar con el
concepto de matrimonio como Gessen afirma, sino literalmente "destruir
la familia".
Para el Judaísmo Liberal e Independiente, esta denuncia es
extremadamente grave porque el modelo tradicional de familia (conformado por
marido y mujer) es reconocido por antropólogos, sociólogos, políticos,
filósofos y líderes religiosos alrededor del mundo como “el núcleo de la
sociedad” y las Constituciones Políticas Nacionales en muchos países ratifican
su definición y el compromiso de los Estados en proteger ese modelo de familia.
La posición del Judaísmo Liberal e Independiente es respetar las
decisiones sexo-afectivas de sus correligionarios LGBTI y reconocer que hay
otros modelos de familia aparte del héterosexual, pero exigiéndoles que
practiquen lo que el rabino ortodoxo Yosef Yagen llama “actos de excelencia”,
es decir, los más altos ejemplos públicos de conducta ética y moral (en un
lenguaje coloquial, una cosa es ser gay, lesbiana, bisexual o transgenerista,
pero otra muy diferente es andar por ahí “botando plumas”), y exigirles que en
ningún momento estén en contra del modelo tradicional de familia, del cual
ell@s mism@s descienden.
CONCLUSIÓN
No hace falta invocar nuevamente la memoria de los horrores sufridos
por nuestros correligionarios en la Shoah. El Judaísmo actual ha de trascender
sus propias fronteras y dejar de autocontemplarse de manera narcisista, y en
lugar de eso salir afuera para rescatar a la Humanidad de su propia
suto-destrucción.
Al ser la Torá mucho más que una serie de reglas exclusivas para los
judíos, ésta recopila principios y valores éticos y morales universales que, de
hecho, son estudiados por media Humanidad y que, de una u otra forma, se hallan
presentes en todas las religiones del mundo.
El Pueblo Judío es un milagro patente, ya que contra todos los
pronósticos y antecedentes sociológicos paralelos, es de las pocas naciones en
el mundo que aún subsiste, habiendo resistido todos los intentos de exterminio.
Ello demuestra que Am Israel aún tiene que cumplir en la Historia Universal su
tarea global… que no es, como erradamente dicen nuestros contradictores, una
misión de imperialismo tiránico y destructivo que pretende, supuestamente,
establecer “un nuevo orden mundial”.
Tenemos un papel protagónico y soteriológico (salvífico)… por lo que se
hace necesario despertar las conciencias dormidas y animarlas a trabajar por un
mundo de paz con justicia, de fraternidad y de verdad. Y esto se logrará en la
medida en que los judíos seamos garantes y veedores universales del respeto a
los Derechos Humanos, de tal manera que se logre que ningún ser humano agreda y
extermine a ningún otro ser humano, por ninguna razón.
La Humanidad evitará su propia auto-destrucción en la medida en que el
Pueblo Judío exista, y los judíos sobreviviremos en el espacio y el tiempo en
la medida en que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para frenar y
evitar el derramamiento de sangre humana.
En pocas palabras, que Am Israel recuerde su verdadera misión aquí y
ahora: ser, y seguir siendo, “luz para las naciones” (Isaías, 49,6).
En la
Torá encontramos decenas de mandamientos y sucesos concernientes a la
destrucción de lugares de culto que no fueran para la deidad nacional israelita
– a pesar de que los judíos, en 3500 años, no siempre hemos sido monoteístas -
, y no olvidemos que gracias al método histórico-crítico sabemos ahora que el
monoteísmo israelita no fue para nada una opción colectiva, sino una imposición
definitiva a efectuada por decreto del rey Yoshiyáhu en el siglo VII a.e.c.
Para una introducción a los
estudios de arqueología e historia bíblica del Israel Antiguo, véase JOHNSON,
Paul. Historia de los Judíos. Barcelona: Zeta 2006. LIVERANI, Antonio. Más allá
de la Biblia: historia antigua de Israel. Barcelona: Crítica 2004.
La
investigación completa de este taller fue desarrollada en 1991 por WILSON,
Andrew. World Scripture: A Comparative Anthology of Sacred Texts [en línea],
[consultado el 12 de mayo de 2014], en Internet: http://www.unification.net/ws/
ROCHA,
Israel. Judaísmo progresista o liberal [en línea], [consultado el 17 de febrero
de 2013], en Internet: http://www.slideshare.net/IsraelRocha/el-judaismo-liberal
, p. 9.
Todo
aquel que usa sus palabras para ofender a cualquier persona, comete el pecado
de LASHÓN HARÁ, conducta que en sí misma constituye un acto de crueldad; y en
ese orden de ideas hay que recordar la advertencia de Rambám: “hay razones
suficientes para desconfiar de las credenciales de judío de una persona cruel”
Isurej Biá 19:17.
La Torá nos advierte además
nuestra obligación de judíos de no estar promoviendo conflictos de ningún tipo:
"No te dejarás arrastrar al mal por la muchedumbre; en el juicio no
respondas porque así responden otros, siguiendo a la mayoría, falseando la
justicia (Éxodo 23,2). "No te vengarás de nadie ni guardarás rencor contra
nadie" (Levítico 19, 18). "No oprimirás a tu prójimo" (Levítico
19,13). "No serás de corazón mezquino" (Deuteronomio 15,10). "No
andarás difamando en medio de tu pueblo" (Levítico 19,16).
Rabí Haim haLevy Donin explica
en su libro El Ser Judío que un difamador es todo aquel que calumnia,
difama, ofende, insulta y agrede verbalmente o por escrito. Todo esto la Halajá
lo cuenta como LASHÓN HARÁ (por desgracia un pecado que ha terminado siendo justificado,
legitimado y sacralizado en medio de nuestra gente, creyendo que agrediendo a otros
se está cumpliendo la Torá). La Halajá, según este mismo rabino, dice que quien
obra así es llamado MOTZÍ SHEM RA, que es lo más bajo de lo más bajo, como un
"leproso moral".
El Talmud en nombre de Hilel
HaZakén dice: "Eso que es malo para ti, no se lo hagas a tu amigo: Esto es
toda la Torá, el resto es comentario, ve ahora y apréndelo" (Shabat 31a).
Y por su parte la Mishná sentencia: "Así como Él es bondadoso, debes serlo
tú también; así como Él es misericordioso, así también debes serlo tú. así como
Él es pleno de benevolencia y verdad, también tú" (Shabat 133:4).
Rabí Yoshúa dijo: "el ojo
perverso, la inclinación perversa y el odio a la Humanidad colocan a un hombre
fuera de este mundo". Está prohibido que un judío cometa cualquier clase
de discriminación.
Samuel David Luzzatto en su
libro "Las Bases de la Torá" dice que todos los judíos debemos ser
HUMANITARIOS Y AMAR A NUESTROS SEMEJANTES - es decir, amara a todo el mundo sin
distinción alguna.
Miremos entonces si no hay
suficientes razones para renunciar a toda palabra o conducta deplorable que un
judío comete contra otra persona, sea ésta o no judía, y para advertir severamente
contra este grave pecado que tanto se ha extendido en medio de nuestros correligionarios
que creen que, insultando, maltratando o agrediendo a las personas, están cumpliendo
mitzvót.